Resumen del día a día:
madrugas para el trabajo
deambulando cabizbajo.
Descubres con ironía
que respiras todavía.
Ves que aún no ha salido
el sol
y aletargado en formol,
te arrastras sin objeción
a cumplir tu obligación
como un triste caracol.
Doce horas de sollozos
en el campo de algodón,
delante del pelotón.
Te vas hundiendo en un
pozo.
Regresas al calabozo
procurando descansar,
y con derecho a soñar
aunque quedan pocas
ganas...
porque muy pronto, mañana,
volverás a despertar.